domingo, 17 de mayo de 2015
CANCIONES AMARILLAS DE VERANO
POEMAS DEL REGRESO A LA TIERRA
Nunca
Dejes de Estar
Con
Se de cierto,
que nunca me he apartado
de estas calles
barnizadas
por el sol
de me
nunca me fui
de este cielo
traspasado de aviones
y de pájaros
que vo
con
prendida
en el júbilo
del acero
y del canto,
en
del paso real,
en el camino
de
en
de almendros dorados
y samanes inmensos.
Siempre
estuve vigi
que crecieran
que florecieran
nunca me fui
de
del valle
ni de este pueblo
que amo.
Una vez,
En Barcelona, en España,
En un recodo
de
vi de pronto
una calle,
una p
que eran
como este pueblo
de mi infancia,
La calle tenia
un aire distante,
Era el espejo
de una edad remota,
y
era
con sus campanas
y
de sus muros.
Nunca me fui,
de estos contornos.
Este aire me aprisiona,
me lleva entre sus luces,
me acompañaron siempre
estas tardes doradas
dondequiera que fui.
Mi sangre
siempre ha estado
en un tiempo
sin fechas
ni distancias,
añorando
los espacios abiertos,
los grandes árboles,
que iban
por
llevando
agua de lluvia
al ancho valle
erizando de espadines
verdes,
de juncos dorados
por
y por el viento bronco
del mediodía.
Nunca
deje de estar
con
DESDE AQUÍ REGRESO
A TODO LO QUE ME PERTENECE
El viento de
llevando entre sus redes,
antiguas canciones de amor.
Los árboles se pueb
de voces mágicas,
de hélices de luz,
de juncos de fuego,
que suben hasta
y llegan
del crepúsculo.
Son
en
en
los oscuros caballos de mi sangre,
por estos caminos,
sobre estas piedras grises,
a
de los bucares florecidos.
son los días que el viento
que vienen desde el mar
enciende a su paso
uno oye a lo lejos
los ríos subterráneos
de
que
los grises minerales
de
Desde aquí regreso
a todo lo que me pertenece.
al grave salmo
de
al verde espeso
de
Que son,
como puerta de entrada
a
en donde Dios
tiene su morada
aquel
de
y solemnes:
“Si amada mia.
tu presencia me llena
de dulce nostalgia.
mi corazón
se regocija en ti.
el tiempo del amor ha venido.
lo dicen
los juncos de
y
amaril
de
muéstrame tu rostro,
Hazme oír tu voz
porque dulce es
y hermoso tu aspecto
tu eres,
semejante al roció,
que quema con fuegos cristalinos
He vuelto,
entre el ruido
y en
pequeña
de los geranios
soy ahora,
una nube dormida
piel hecha de olvido
sobre mi sangre antigua.
He vuelto,
porque
y pone siento
que todas mis alegrías`
He vuelto,
porque
y porque siento
que todas mis alegrías
Están aquí,
prendidas
con alfileres de oro,
en este muro
de silencios,
que otras manos
alzaron,
cuando yo estuve
ausente
lejos,
de este valle que amo
ENTRE LAS COSAS OLVIDADAS
DE MI INFANCIA
HAY UN VIOLIN MAGICO
Entre
de mi infancia
hay un violín mágico
de esa pequeña caja de música
salían ansias de Vivaldi
ensalmos de Paganini
Yo era un chico
enamorado
de
La musica.
era solo,
un licor suave
entre mis venas.
ILSE, ERA EL CORAL
Y LAS ALGAS……
Como el rubor
de
como su olor,
como su cercanía.
como
Tenue
del valle
en el otoño,
Se l
Las hojas de lo árboles
estrenaban roció para el
porque el
era
Yo le escribía
cartas de amor
y poemas sencillos, con pa
de un libro
que hab
de pájaros marinos
y de
secretas
de
Pero Ilse.
No era un junco
o una estrel
como yo le decía.
el
el coral
y
y los altos peces
que sus manos
sostenían
en
Para el amor
de Ilse,
nosotros
los de entonces,
juntábamos duraznos,
cotoperies,
helechos
y g
Yo
entre los altos pinos
donde comienza el dìa,
y mis ojos
buscaban
en el agua cal
de los suyos
de los grandes navíos
Para sus compañeros
de c
Ilse ha muerto.
Solo yo
entre
entre los altos peces
que cercan su corazón
en
EL LIBRO QUE LEIAMOS
DECIA COSAS TRISTES.
Ahora Te recuerdo
como eras entonces.
tenias los ojos grises
y los cabellos
como el agua dorada
del crepúsculo.
El libro que leíamos
decía cosas tristes
“….ahi esta
hecha de silencio
y música petrificada.
y caja negra
y liries yacentes”
Eramos
como dos fuegos fatuos,
extraviados,
en
Nada que ya
de esa l
de nuestra juventud,
tu estas, ahora,
lejos del arco iris
en un silencio
de eternidad.
Yo,
como lo ves
con tus ojos
empozados de nieb
voy por
donde
trafican los difuntos,
con una flor amaril
entre
ME HE HECHO AMIGO
DE LOS ECLIPSES.
No he perdido
el habito
de contemp
acostado sobre
de
Dondequiera que voy
hago lo mismo.
solicito en lo alto
un punto de luz,
algo diferente.
Mis amigos me dicen
que te busco
entre
y los eclipses.
SILENCIOSA Y BELLA
COMO ERAS.
La carretera que lleva
a
nos vio pasar juntos
Los helechos,
fueron testigos
de esas ardedura
de mi sangre.
Elevábamos un papagayo:
-era amarillo-
como todas mis cosas.
yo creía en tus pequeños enojos
y te amaba,
pequeña, como eras,
huidiza, como eras,
silenciosa y bel
como eras.
*************************************************************************
TIEMPO DE OQUEDADES
Y DE ESTACIONES MUSTIAS.
SIENTO SOBRE MI
TODO EL PESO DE LA TIERRA
Siento sobre mi todo el peso de
siento en mis costados
como el tiempo pasa
y deja sobre
de
una huel
un agitado aire
de relámpagos.
Hago un ba
de todo
lo perdido.
aquel bajel
donde embarque
serpentinas de fuego
y naranjos en flor.
El rostro
de una mujer
vista de repente
en
a
o detrás del mostrador
de una agencia de viajes.
Perdí también
aquel rio
de mi infancia
todo hecho
de espumas,
de aguas b
que pob
de dulces músicas
agrarias,
y después
se iba cantando
entre
También el viento
se ha marchado,
no golpea
con furia
sobre
de
y cubre de neblina
el pasto menudo
De
no están tampoco
mis mayores,
los que hicieron
mi corazón
para
Solo sus fantasma
que surgen
entre el fuego
de
y de
y me vigi
siguen mis pasos,
marcan mis edades
y mi tiempo
A veces
salen también
del fondo
de
entre viejos
retratos
amarillos,
esas miradas muertas
que adelgazan mi vida,
a otra estación de sueño
hacia
en
De agua de lluvia,
de piel celeste
que fui,
su canto
sus pequeños conjuros.
Yo se que debo
regresar de nuevo
a esa ciudad oprimida
por el viento
seco
el verano,
a ese ruido torpe,
a esa metálica c
de árbol calcinado
Déjame un rato más
sobre
de
quiero sentir de nuevo
como pasa,
el aire de
sobre el acanti
YO VENGO A VECES
A MIRAR ESTOS CAMPOS
Estas Catedrales de silencio
imponen su rescoldo
sobre
Yo me inclino a mirar
esos vitrales
en donde se refugia
el fuego del olvido.
de ese cuadro
desteñido y terrible,
salen pa
mármoles enlutados,
livianos visitantes
de un tiempo muerto
y sepultado
entre
de una estación ciega
y remota.
Yo vengo a veces,
a mirar estos campos.
y me devuelvo
Con los ojos húmedos,
porque no puedo soportar
que ya no existían,
que no estén
los fantasmas,
los objetos que amo,
y que no puedo tocarlos
como entonces hacia.
ES ABRIL
El dia recomienza
adentro.
sale sobre el
b
b
de batal
Es Abril
sobre
y
es Abril, además,
sobre mis huesos.
El rio que pasa lentamente
a
anuncia
Las Hojas secas del verano
se amontonan
cerca de mi,
inútilmente.
POR SI MUERO LEJOS,
EN OTRO PAIS
EN OTRA CASA
Cuando me vaya,
yo se que Irán conmigo:
los caminos
los pasos reales,
los surtidores de agua
en el verano.
Irán en mi cortejo funerario,
los cristofués,
los gallitos de agua
y
De alguna manera,
me escoltaran:
el mar que ame,
y los árboles
que estuvieron
en mi corazón
y en mi poesía
SIGNADO ESTOY
POR PECES REBELDES
Vengo de nuevo
a
que me dio sus estrel
y su lumbre.
Sus calles
me llenaron
para siempre
de una tristeza
tenue.
que aun conservo
entre los reclamos
hondos
del hastió
y entre los silencios
que cubre
mi corazón
De poeta
sedentario,
signado
por peces rebeldes
y
de
Estaba yo
por
edad,
cuando esta ciudad
era azotada
por los últimos
Repliegues
del verano.
Un olor dulce
de nísperos
se apoderaba
de todo.
tres dias
duraba ese incienso,
esa ca
publica
En mi corazón
perdura todavía
esos estivales
De
esa fiestas
rural
de
y desagua,
de
del maiz
de los toros
de lidia,
bravos,
hermosos,
torrenciales,
f
hechos de bronce
aceitunado
en una fragua
griega.
PIENSO
EN LOS DIAS DE LA INFANCIA
A
del agua trémula
de este pequeño rió
que pasa,
pienso,
en los días de
cuando mi padre
salía en su caballo
por
en
de
Las casas
eran
b
de muros recios
y lentos
Los techos
Tenían
ocres de soledad,
humeantes remotas,
y pequeños vegetales
enlunados
y silentes.
Cuando regresaba
de
los mangos de hi
de piel de oro,
radiantes,
me esperaban.
Mi madre
barría el patio,
regaba
acariciaba
Recogía en sus pupi
de
el estallido fragante
del jazminero.
el perfume
de
por los corredores,
en
en
del oratorio
Una leve música
me llega en esta hora,
y en un aire de herredumbes
de tibia transparencia,
vienen a mí
los fuegos de
el recuerdo de los días,
un cielo ya perdido
en olvidos lentos,
perezosos,
que me nub
de un agua triste,
como
pequeño rio
que pasa.
EN ESTE AIRE DULCE
DE AÑILES OLVIDADOS
Por razones
del corazón,
regreso
a esta
Latitud
cercada
por aves
migratorias.
Regreso
a
a estos muros
amasados
por un barro
sagrado,
por un oxido
de siglos,
Por un aire dulce
de añiles
olvidados,
de alucinadas
masas
minerales
y de
espesa
de
El agua
adormecida
de los lentas
mañanas
del invierno.
El bronce
opaco
de los días,
del caballo
enjaezado,
Estuvieron
simple
en mi memoria
También
me tientan,
del arcoiris
y
De
que guardan
de un tiempo
aprisionado,
entre
raíces
de una edad
con fluidos
de eternidad.
Me aparece
al límite,
a
de aquel
niña
que vivía
en
de pórtico azul,
en el callejón
que l
de
Yo
camino de
dejaba en el espacio
un olor
de agua de vida.
pequeños soles
de color naranja
caían de su pelo,
y el aire
de
se volvía trémulo,
como mis ansias,
como
como
TODO ES COMO UN ECHIZO
El árbol,
que habría de contenerme,
Están todavía allí,
como delgadas sombras
sin vida,
como un hechizo,
como un encantamiento.
Interrogo a los árboles
enlunados,
a los celestes y húmedos
muros nocturnales
sobre todo lo que fui.
Aparezco de pronto
sobre el valle,
lleno de júbilo,
alegre el rostro,
calma
viendo
como ríen,
como pasan
de
en estos parajes,
en estos lugares solitarios,
donde venia a menudo,
a conversar
con el viento
frió
de
EL POETA LLEGA A LA CASA
DEL LIMONERO QUE CANTA
Mientras llega a
sop
sobre los pastizales.
Las estrel
todavía alumbran
por donde paso,
lleno de madrugadas,
de cotoperies,
de árboles adormecidos
y de luceros,
que abren su sed
en ese espejo ciego,
en ese rió
que viene anunciando
eternidades,
desde
Estoy en Aragua
que es como decir,
una égloga,
una espiga,
un manantial de agua fresca,
para el amor,
en el ocre sonoro del verano.
II
Los míos
mis abuelos,
fueon gentes de vegas
y de
sembraron samanes y cafetos,
llenaron de amarillo
paños de sabanas,
y pusieron azul
como el mar,
el camino ceniciento
de
Y los recuerdos ahora,
los veo,
entre sus recinas de caña de azúcar,
en su aguardiente de velorios
y de pulperías,
en esos pueblos terrosos
donde Simón Bolívar,
vestido de general en jefe,
los domingos,
doma un caballo
en el centro de
que aman al domador,
adornan esas p
de crotos
y de berberias.
III
Vengo y voy hacia
Debo llegar a
Y desde allí al paso real.
Si apuro el paso
No me detendrá
Ni me embrujaran los salmos
De
IV
En
de tesalio Murillo
en Maracay,
ha crecido
un limonero
que canta.
Por eso,
voy de prisa,
en este amanecer,
porque quiero llegar
a tiempo,
a
para oírlo
cantar
al limonero
MIRA.
COMO EL TIEMPO PASA.
He vuelto
a recorrer
los caminos
de
El tiempo
ha maltratado
y
y se ha secado
el arroyo
que regaba
el patio
de
De esa agua
bebían
que iban al camino
por el pie del cerro
a
Era una agua fresca
-como tus ojos-
y los muleros cantaban
en
canciones rurales
-como tus cabellos-
el aire
era dulce
y olía
a surco
recién regado
-como tu cintura-
los pájaros
eran,
pequeños bólidos
de color
entre
el país de los conucos
y
se llenaban de silbos.
El viento de
era calido
-como tu piel-
y uno sentía,
que
viva,
pasaba quemando
amaril
del verano,
se hacia lenta
y dulce
en los pliegues
de
se esperaba
en
en
del corazón,
se empozaba
en los ojos,
por dentro,
hasta que el paisaje,
del campo,
y los pájaros,
sobre
lista
para el cultivo,
agitaban los anillos
que uno llevo por dentro
Y hacían que brotara
una alegría demente,
un júbilo tierno
vegetal,
ungido
de presagios.
Eran días,
en los que recorría,
los caminos
de
Ahora que regreso
no estarás tú,
ni el arroyo,
ni
*************************************************************************
SITIOS Y HUELLAS
DOLIENTES
*************************************************************************
UN ARBOL QUE SUENA
A LA ORILLA DE UN RIO
ES TU NOMBRE
Buscare
en
una huel
un signo propicio
para el homenaje.
Tengo derecho
a encender
todos los fuegos posible
y elevar altares
a mis dioses.
Un árbol que suena
a
es tu nombre
tu procedencia vegetal.
Ante ti,
ciudad de mis mayores,
levantare una estrel
es una ofrenda
de mi corazón
a tus aires,
a tu presencia,
que te hacen viva en mi soledad.
CIUDAD ANTIGUA
Temeroso
del desnudo sol,
de
desiguales
de este cielo
de otoño,
de
presentida,
en el filoso
mediodía
que me cerca.
temeroso
y solo,
desvaído
y solo,
camino
como
el paso
en
sin música
Nadie puede darme razón.
de lo perdido,
ni de
muchacha
de otros días.
Por sobre una delgada
capa de asbesto,
los ojos solos
de un caballo ciego.
tiendo los brazos
sonámbulos
y absurdos,
me empino,
sobre
de
en que muero,
de
Aquí,
hubo,
alguna vez,
naranjos
y ciruelos.
de
tuvo aquí su cubil.
y el airoso rió,
su sementera.
aquí,
alguna vez,
los árboles cantaban
y era
del agua
y del carbón.
de
ponían a correr
sus lloviznas
sus grises minerales.
También el hechizo
de
antigua
que lleno de silbidos
este espacio
sin tregua
Alguien
debe haberse
llevado
de los cocuyos,
el fulgor cambiante
de
Con pájaros,
y
del estuario,
con el abuelo
hizo el fuego
y su noche de esmeralda
LICEO
Fue en esta casa,
donde estuvimos juntando
fechas y nostalgias.
El sol quebraba por mitad,
de un vecino campanario
Salían
a rodar por el aire
se quedaban desnudas
al pie de un águi
-de una estatua sin nombre-
y levantaban el vilo,
bajo el torpe calor
del mediodía,
el asustado vuelo
de p
Fue aquí
donde estuvo el corazón
detenido.
fue aquí,
Fue aquí
Para el pecho jubiloso
de los primeros días,
golpeando persistentes
La c
Del corazón.
Era como lluvia sin tregua,
mojando los espejos de
de unos huesos,
que caminaron temprano
su dolor y su olvido,
A veces,
en
regresamos a
nos tenemos pensativos
bajo ciertas ventanas
y envueltas en su palidez,
algunos contornos asaltan,
de
y el tiempo.
En
de
en
de algún árbol amigo,
como un recado sin mengua,
-dormidos en
advertimos de pronto
Dulces nombre lejanos,
que nos l
con su luz de recuerdos,
que nos cercan el ánimo,
y detienen
del corazón más simple
LA ESTACION DE LOS PAJAROS
El limo de
llena de ansiedad
no es el verano
que pasa sobre
sobre el paño anaranjado
del
no es, tampoco
el invierno,
que cose, sus alfileres
de agua,
en los costados,
en los pliegues
de todo
lo que nos circunda.
No es ninguna otra
Estación.
No hablemos de otoño
pues
todavía no llega
ni digas primavera
porque nunca lo hubo.
Es simplemente
La época,
el sitio,
cuando ellos cantan
o vue
y ponen al aire rojo
o amarillo,
en el breve trazo
de una pluma
aire de amor,
de sueños,
de imposibles,
que paso tantas veces
sobre el tiempo
cal
de
que contuve
Mi sangre
de otros días.
Sucede,
que ahora,
desde lo más profundo,
de una edad remota
y
un lodo que sube de
un liquido incierto,
-agua sin cauce-,
se apoderan de mi
y me llevan
por caminos invisibles
por rutas de l
turbulentas,
a
sombra de los días
en
una furia de colores
y trinos,
es de nuevo,
sobre mi corazón.
LA MONTAÑA ETZA
UN REGISTRO MUSICAL
DE LOS RIOS SUBTERRANEOS
Con tu resonancia
de caracol marino,
tenias que ser tú,
quien metiera de nuevo
entre mis ojos,
ese mar
que nos hizo diferentes
y cómplices.
Era el mar múltiple
y legendario.
y nosotros:
tú y yo,
simples y adolescentes.
A ti,
te llenaba el agua
de arena,
de sol
de caraco
A mí,
me embriagaba,
de soledades celestes
y de sueños.
Tu eras quien hab
de
y escribías
iridiscentes
del verano.
Yo miraba,
y solitaria,
y esperaba.
tenia para entonces
veinte años
y un corazón
del mismo tamaño frente a mis ojos
en
Por
los pescadores
encendían los fuegos
que invitaban al amor.
el aire delgado,
casi transparente
se pob
o se volvía triste
y salvaje.
todo dependía,
de
que bajaban
del cerro
de Rancho Grande.
Rancho Grande era
un lugar hecho para
un bosque,
una montaña de agua verde
que miraba
hacia el
con sus ojos turbios,
hechos de sal airada
y silenciosa.
La montaña era
un registro musical
de ríos subterráneos,
que arrastraban
dormidas aguas
minerales.
por las noches,
los dioses de la tierra
se reunían alrededor
del pozo
de Guamita
y se escuchaban
dulces.
canciones
de amor.
el aire en esas noches
olía a pomarrosas
y surcaban el aire
mariposas cuajadas de roció
en el filo verdoso
de la madrugada.
Cerca de la trilla
hay un salto de agua
que amo.
allí fui
muchas veces
con mis ansias
y mi vida.
Allí mi corazón
decretaba
días de júbilo,
pero también
en otra edad
del tiempo,
se deshizo
en quimeras,
en delgadas
neblinas
de llanto,
sobre las piedras
grises
del camino
En un recodo
de la carretera
que sube
a la montaña,
esta el puente
de la Alsacia.
los ojos
de acero bruñido
de una muchacha
que fue
mi primer amor,
me miraron
a lo hondo,
con fuerza
de metales
intensos,
salidos
de la savia
embravecida
de la sangre.
nadie ha vuelto
a mirarme
otra vez
de esa manera.
Mi padre me contaba
que en la vuelta del tigre
que ahora llaman La Regresiva,
Vivió una vez
un angel,
un duende,
un fauno,
que tocaba
un flautín encantado.
la crónica decía
de voces múltiples
de lagunas de sueño,
que sorprendían
al viajero
En la alta noche.
Quise resolver
el enigma
y estuve allí
en 1956,
demente y ciego.
el aire pesado
de la cumbre,
el musgo humedecido
y el cercano humor
del mar
son mis testigos,
en la pestaña del bosque
y en mi corazón
bailaban enloquecidas
las estrellas.
ROSTROS, SUEÑOS Y CAMINOS
MIGDALIA LUCENA
Migdalia Lucena
era mágica.
Yo la vi. poniendo luceros
en las noches
de enero
y hacer que los juncos
de la orilla del rio
brillaran en la noche.
Decían que era hija
de un relámpago
y de la lluvia
de la serranía.
Cultivaba campanudas
y era frágil
como los vidrios
amarillos
del verano.
En el liceo
su voz,
llenaba de amor,
el aire campesino
de la mañana
Los pájaros
la entendían
perfectamente.
de otra manera,
no se explica
que se quedaran quietos,
solo hechos de luz
y de color
cuando ella
cantaba.
después supe
que los aleccionaba,
les decía como trinar
entre
y el viento,
de acuerdo con
o
de los caminos.
Migdalia
era liviana,
como brisa
de
encantaba a
y ponía,
anillos de amor
en el crepúsculo.
HE VUELTO,
PORQUE LA VIDA RECOMIENZA.
Hemos llegado
al sitio
donde
siento
junto a mí,
un rumor suave
de crisantemos,
del Mar de Las Antil
y
de tu amor.
Yo recuerdo
que el viento de
bajaba desde
y pasaba cantando
sobre el acanti
Leíamos entonces
el viejo libro,
es b
y dulce,
y esta acostumbrada,
a sepultar peces,
pequeños soles,
madrugadas
y poetas.